- Adriana Mascelloni
- 28 jul 2023
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 29 jul 2023

El mundo de las emociones es tan complejo como el entrejido de la vida misma. La mayoría de los que están leyendo estas líneas seguramente han sido marcados por la melancolía y la desilusión. ¿O no? Es por eso, por lo que uno aprende a ser cauteloso con el cuidado de su corazón.
Más de una vez, el sufrimiento es nuestro fiel compañero. Normalmente se dice que el corazón sufre y que no es capaz de aprender de sus errores y es condenado a repetirlos una y otra vez. Pero la gente a veces habla mucho ¿no les parece?
Cuenta la historia que había una vez una joven llamada Elena que ya no confiaba en nadie, para ella amor era sinónimo de engaño. Un día caminaba como todas las tardes por el bosque cercano a su casa inundada de pensamientos sobre creencias sobre el amor y el corazón. Un aroma de flores silvestres y el canto de los pájaros completaban su andar pausado.
De pronto su frágil paz, se vio alterada por un joven ajeno al lugar, que, sorprendido al verla, le preguntó si se encontraba bien. Elena se sintió un tanto incómoda, pero no pudo evitar mirar los ojos almendrados que invadieron su aura. De inmediato su instinto la empujó a guardarse en su caparazón emocional.
Estoy bien, respondió Elena, ocultándose tras una tibia sonrisa.
El se llamaba Andrés y hacía pocos días que había llegado al pueblo de Elena en busca de trabajo. Quedó impactado con su simple y hermosa belleza. Aprendió sus horarios de caminata y de a poco comenzó a descascarar el caparazón de Elena.
Ella peleó una lucha interna entre la razón y el corazón. La razón susurraba que era suficiente con todo lo que había padecido y que no siga avanzando. Sin embargo, su corazón se negaba a la razón y latía con fuerza cada vez que el reloj se acercaba al atardecer. Anhelaba la conexión que sentía por él, habían compartido risas, historias y sueños. Se encontraba en una encrucijada emocional, dividida entre la promesa de felicidad y el temor al sufrimiento.
Finalmente, una tarde, Elena se atrevió a hablar con Andrés de todos sus miedos. El, complaciente, la escuchó y comprendió. El también había experimentado el dolor del amor, pero sabía que no era el único resultado posible.
Entre ambos fueron construyendo una unión en donde se apoyaban. Elena mas de una vez dudo de la creencia en el amor cuando hubo grietas en su unión. Pero él estuvo ahí para recordarle que el amor es un proceso de crecimiento, donde las cicatrices del pasado no definían el futuro.
En cada obstáculo superado, Elena sintió que su corazón estaba aprendiendo algo nuevo. Aprendió que el amor no era perfecto, pero que incluso en sus imperfecciones, podía ser hermoso y poderoso. Aprendió que el sufrimiento no era inevitable, y que el amor podía ser una fuente de fortaleza y consuelo en los momentos más oscuros. Con el tiempo, Elena y Andrés se convirtieron en una pareja inseparable, y su amor se convirtió en un ejemplo de esperanza y valentía para todos los que los conocían. La gente del pueblo comenzó a ver el amor desde una perspectiva diferente, comprendiendo que el corazón no solo sufría, sino que también podía aprender y crecer a través de la experiencia del amor. La historia de Elena y Andrés se convirtió en una leyenda que trascendió el tiempo, recordando a las generaciones futuras que el amor no era un destino predeterminado, sino una elección que requería coraje y determinación para enfrentar los obstáculos y encontrar la felicidad en medio de la incertidumbre.
Y colorín colorado, esta historia ficticia pero real se ha terminado. Es solo un cuento, con toques matizados de emociones, pero muy real.
¿Qué les parece?
Que lindo aprender y crecer en pareja ♥️