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Cuando nada encaja: la búsqueda del espacio interior

  • Foto del escritor: Adriana Mascelloni
    Adriana Mascelloni
  • 4 dic
  • 3 Min. de lectura

"Una mujer camina sola entre la neblina, avanzando por un sendero que se abre suave frente a ella. No busca un destino geográfico: busca reconocerse. La bruma representa las dudas, el camino simboliza su proceso y la luz al fondo es el centro que empieza a despertar dentro suyo."
"Una mujer camina sola entre la neblina, avanzando por un sendero que se abre suave frente a ella. No busca un destino geográfico: busca reconocerse. La bruma representa las dudas, el camino simboliza su proceso y la luz al fondo es el centro que empieza a despertar dentro suyo."

Hay días en los que sentimos que el mundo avanza y que, sin embargo, nosotros seguimos buscando un sitio que nunca termina de aparecer. Un lugar que nos nombre, que nos abrigue, que se sienta propio. Un espacio donde el alma diga: “Acá sí. Este es mi centro.”

Pero ese lugar —ese que tanto anhelamos— a veces se esconde. Buscamos en las casas donde fuimos felices, en las ciudades donde creímos pertenecer, en las rutinas que alguna vez calmaban. Volvemos al pasado con la esperanza de reencontrar una versión de nosotros mismos que ya no está. Y al mirar alrededor, sentimos un vacío extraño: nada encaja como antes, nada ilumina como antes.

Y entonces aparece la incertidumbre:“¿Y si ya no tengo lugar?”“¿Y si lo perdí?”“¿Dónde está lo mío?”

La verdad, querido lector, es que ese lugar no está atrás. Tampoco está afuera. Ese lugar está dentro tuyo, pero necesita que lo escuches.


🌱 1. Dejar de buscar lo que ya no existe

El pasado no está roto: está cumplido. Nada de lo que fue tiene la obligación de volver a ser. Vos ya no sos la misma persona, y por eso los lugares que antes te abrazaban hoy no te alcanzan. No es pérdida: es crecimiento.

La búsqueda desesperada de “lo que era” te impide ver lo que puede ser.

Preguntate:¿Qué parte de mí sigue esperando encontrar felicidad en un escenario que ya no es mío?

Esa respuesta te va a mostrar la puerta de salida.


🌱 2. Mirar el presente sin juzgarlo

El presente es un territorio incómodo cuando no coincide con tus expectativas. Querés sentir pertenencia, pero la vida te muestra tránsito. Querés sentir raíz, pero estás en movimiento.

La mente juzga, etiqueta, critica: “Esto no es lo que quiero.”Pero el presente no te pide que te enamores de él: te pide que lo observes. Que lo reconozcas. Que lo habites aunque no tenga todavía el color definitivo.

A veces, tu lugar aparece cuando dejás de exigirle al día de hoy que sea perfecto.


🌱 3. Imaginar el futuro como un faro, no como un refugio

El futuro no es un lugar para esconderse, sino para inspirarse.Cuando te refugiás en él, escapás; cuando lo usás como faro, avanzás.

Preguntate con honestidad:

  • ¿Qué tipo de vida quiero construir?

  • ¿Qué sensaciones quiero que tenga mi hogar interno?

  • ¿Qué imagen aparece cuando pienso en pertenencia?

El futuro te responde con señales, no con certezas.Seguilas con suavidad.


🌱 4. Encontrar tu centro en lo que decidís y en lo que soltás

El centro no es un lugar físico: es una forma de estar. Es el espacio íntimo donde tus decisiones coinciden con tus deseos. Donde ya no vivís para satisfacer expectativas, sino para honrar tu verdad.

Tal vez hoy no encontrás ese lugar porque estás sosteniendo cosas que ya no te representan: rutinas, vínculos, ideas, sueños viejos, exigencias heredadas.

Soltar no es perder: es hacer espacio.

Hacé una lista de lo que ya no te define.Y otra de lo que sí querés sentir.Entre esas dos listas nace tu centro.


🌱 5. Recordar que tu lugar te habita, aunque no lo hayas visto todavía

Hay un lugar que siempre fue tuyo. Un espacio que no depende de ciudades, casas ni personas. Una parte de vos que permanece intacta, aunque a veces se esconda detrás del cansancio o de las dudas.

Ese lugar aparece cuando te tratás con ternura. Cuando descansás sin culpa. Cuando dejás de compararte. Cuando escuchás lo que deseás, no lo que deberías querer. Cuando te animás a elegirte.

Tu centro no se encuentra afuera: se construye adentro, ladrillo a ladrillo, día tras día.Y llega un momento —si sos constante, si sos honesta, si sos amorosa con vos misma— en el que algo se acomoda. Un suspiro profundo.Una calma que te recorre. Una certeza suave:“Acá estoy. Este sí es mi lugar.”

No porque lo hayas encontrado. Sino porque lo creaste.



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