- Adriana Mascelloni
- 15 feb
- 2 Min. de lectura

En un rincón olvidado de la ciudad, donde las luces de las calles parecĆan desvanecerse en la niebla, Luisa encontró un mercado extraƱo que solo aparecĆa de noche. Era un laberinto de puestos diminutos y susurros en lenguas desconocidas. Pero lo que mĆ”s llamó su atención fue un pequeƱo cartel que decĆa: "SueƱos a la venta".
Intrigada, se acercó al puesto. DetrÔs del mostrador, un hombre de edad indefinida la observaba con una sonrisa misteriosa.
āĀæEstĆ”s buscando un sueƱo? āpreguntó el mercader.
Luisa dudó. Durante aƱos habĆa vivido atrapada en una rutina gris. Su trabajo, su casa, sus relaciones, todo parecĆa teƱido de una monotonĆa que habĆa apagado sus ilusiones.
āĀæQuĆ© clase de sueƱos vendes? āinquirió, cruzando los brazos.
El mercader sacó una caja de madera y la abrió con delicadeza. Dentro, habĆa pequeƱas esferas que brillaban como estrellas capturadas.
āCada esfera contiene un sueƱo Ćŗnico. Al elegir uno, vivirĆ”s esa experiencia como si fuera real. Pero hay una condición: debes renunciar a tu presente mientras dure el sueƱo.
Luisa contempló las esferas, fascinada. HabĆa una que parecĆa brillar mĆ”s intensamente, y al tocarla, imĆ”genes comenzaron a formarse en su mente. Se vio a sĆ misma como una pintora famosa, viviendo en un estudio lleno de colores y lienzos, reconocida por su talento.
āĀæY si no quiero volver? āpreguntó.
El mercader se encogió de hombros.
āEl sueƱo puede ser perfecto, pero tarde o temprano te llamarĆ” la realidad.
Sin pensarlo mĆ”s, Luisa aceptó la esfera y cerró los ojos. Al abrirlos, se encontró en un mundo completamente diferente. Estaba rodeada de pinceles y pinturas. La gente la admiraba, sus obras eran expuestas en las galerĆas mĆ”s prestigiosas, y por primera vez en aƱos, sentĆa que su vida tenĆa sentido.
Pero el tiempo dentro del sueƱo comenzó a desdibujarse. Los dĆas se mezclaban con las noches, y aunque su Ć©xito era innegable, algo faltaba. Una sensación de vacĆo se filtraba en sus pensamientos. Se dio cuenta de que, a pesar de la belleza del sueƱo, extraƱaba los pequeƱos detalles de su vida real: el aroma del cafĆ© por la maƱana, las conversaciones con su madre, la risa de sus amigos.
Una maƱana, decidió regresar al mercado. Pero el mercader ya no estaba. En su lugar, habĆa una nota que decĆa: "El valor de un sueƱo no estĆ” en vivirlo, sino en lo que aprendes al regresar."
Luisa despertó en su cama, con lĆ”grimas en los ojos. Miró sus manos vacĆas y sonrió. No habĆa cambiado nada en su realidad, pero algo dentro de ella sĆ. Comprendió que los sueƱos no son un escape, sino una inspiración para mejorar lo que ya tenemos.
Moraleja: La verdadera magia de los sueƱos no estĆ” en huir de la realidad, sino en aprender a ver lo extraordinario en lo cotidiano. Los sueƱos son una guĆa, no un refugio.