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Oscuro, olvido, silencio absoluto. Nadie, sordo y mudo. Inerte.

Intruso en un mundo de viento nocturno, que susurra gélidos secretos y deja un hormigueo en la dermis. El manto de terciopelo negro, compañero implacable, recuerda la vulnerabilidad de un mundo sin tiempo ni espacio definidos.

Peregrino de un camino errante en el misterio de la naturaleza que se despliega ante él, en un infinito tapiz de sombras y susurros.

Pies de un caminante en un universo táctil, íntimo y ancestral. Una suavidad de musgo se ofrece como un lecho de roce velloso y suave, creando un colchón de sueños bajo sus pasos. Huellas efímeras dentro de la sutil sinfonía de la noche. Un contraste rústico, de una asociación de minerales, entrelaza su rugosa piel con los dedos del aventurado. Testigo de un tiempo inmemorial grabado en cada estría y grieta.

La humedad, murmullo de la vida que palpita bajo la superficie y en oscuridad. Cual amante apasionado, se adhiere a la ropa y a la piel del explorador. Cada gota un secreto comunicado. Troncos altos, leñosos y ostentosos de gigantes copas, comparten su líquido vital regalando al viajero la frescura de la vida.

Las criaturas durmientes se despiertan y las ramas y hojas arman un poema que solo la noche y el caminante conocen. Narrativa eterna. Pisadas cautelosas aprendidas a lo largo de los milenios, letras que se transforman en palabras y mensajes que le recuerda que no está solo.

Caminante no hay camino, se hace camino al andar.

Busca tu iluminación, ve a ella y se libre. Encuentra la paz y la humildad de los que han repartido amor y esperanza en este mundo turbulento.

Un eco, un zumbido. Un movimiento, una visión. Una luz cálida. Confusión de personajes blancos, de aquí o de allá. Retumbo de palabras conocidas, una sensación de un salvador malestar estomacal.

Vómitos de peleas, gritos y quejas. Fuerzas externas lo aplastan, lo atan a ese lugar al que no quería volver o al que no quería ir. O no podía o no lo deseaba. O simplemente no se animaba.

Tironeado entre dos mundos, desgarrado. Buscador de tesoros perdidos, explorador de bellezas.

Oscuridad o claridad. Receptor de secretos o narrador de historias. Puente entre lo visible y lo oculto.

Puente antiguo como el mismo tiempo. Realidad o ilusión. Cruzarlo. Empezar es lo más importante. Luego caminar, avanzar siempre al propio ritmo, pero avanzar.

El límite, una simple línea punteada o lisa. Descubrir un nuevo mundo.

Por fin eligió y volvió y aceptó y aprendió. Fue un mágico cruce. Una conexión más profunda de sí mismo y del mundo que lo rodeaba.

Respuestas a preguntas que ni siquiera sabía que se hacía. Se sumergió en la vastedad de la existencia, como explorador de las dimensiones ocultas de la realidad.

Hablante, maestro. Narrador de enriquecedoras historias. Inspirador. Eterno buscador de palabras verdaderas e iluminadas. Conocimiento y comprensión, autoayuda propia y externa.

Legado inconfundible, profundo. Privilegiados aquellos que quieran, puedan y sepan entender.

Otros tantos miles de puentes esperan. A todos. Solo hay que ser caminante en constante aprendizaje ¡Animo! Cruza ese puente. Internamente seguro que lo conoces. Y se libre y dibuja esa curvatura de la boca hacia arriba y mantenla siempre presente para ti mismo y para los demás.


 
 
 

3 comentarios

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Invitado
24 mar

Esta buena mucho.encanto.escondido

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Invitado
05 jun 2024
Obtuvo 5 de 5 estrellas.

Está bueno el libro 😃


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Invitado
30 dic 2023
Obtuvo 5 de 5 estrellas.

Hermosa, me encanta la poesía

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